La decisión de celebrar el día del profesor jubilado el 30 de octubre, fue aprobada unánimemente por la Junta Directiva de la Seccional en su reunión del 4 de abril de 1987, prevaleciendo el criterio de que los profesores eméritos de la institución, no podían dejar de tener un día referencial en el cual se reunieran tanto para activar los recuerdos, así como para conocer la actualidad y vislumbrar el futuro de la estructura organizativa que los acoge.
Ahora bien, si se decidió decretar el treinta de octubre, por lo
acontecido en esta fecha en el año 1986, es importante aclarar, como parte del
reconocimiento y de la obligante reminiscencia, que hubo precedentes
importantes, los cuales, sin la menor duda, sirvieron de pivote para que se
llegara a la conformación del Consejo Presidido por el Dr. Bonamie.
Efectivamente, el 15 de enero de 1976, la Asamblea General de Profesores
Jubilados, encabezada por el profesor Dr. Leopoldo Garrido, se planteaba como
aspecto central de la agenda, la creación de un organismo gremial que
representara a los profesores jubilados y velara por todo lo concerniente a las
actividades académicas, administrativas, reivindicativas y de cualquier otra
índole. La asamblea acoge la propuesta y se designa una Comisión
Coordinadora, especie de Directiva, integrada por el Dr. Leopoldo Garrido, como Presidente; Eloy Febres Cordero, como Secretario, y Ezio Valeri, como Vocal. La
Comisión persistió durante diez años, sin que se lograra la estabilización y
programación deseada., hasta que se presentó un problema que forjó la vigencia
y mostró la utilidad de la organización. Efectivamente, mediante cálculo
adelantado por los profesores Juan Bautista Castillo, Noél Ogaya y Joaquín
Hernández, se demuestra que el pago de prestaciones sociales había sido
erróneo, en perjuicio de los profesores jubilados. Se hace el reclamo y dado
que los argumentos fueron contundentes, las autoridades universitarias, era a
la sazón Rector el Dr. Néstor López, reconocen los reclamos, lo que sirvió para
demostrar en la práctica el valor que para los jubilados representaba el contar
con una organización gremial que defendiera sus derechos.
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