sábado, 29 de agosto de 2015

Dr. Edgar Loynaz Páez







Dr. Edgar Loynaz Páez


Rector de la Universidad de Los Andes durante el periodo 1945-1949. Nació en Caracas en 1908. Era de ascendencia vasca, hijo del Dr. Enrique Loynaz Sucre, hombre erudito y de destacada actuación. Hizo su bachillerato en el Liceo Caracas cuyo Director era Rómulo Gallegos, figura cimera de la novelística venezolana. Prosiguió sus estudios en la Universidad Central de Venezuela de donde egresó como Ingeniero. Al igual que muchos universitarios hizo oposición a la dictadura del Gral. Juan Vicente Gómez y sufrió prisión en el Castillo de Puerto Cabello. Compartió la cárcel con jóvenes que destacarían luego en la vida nacional tales como Raúl Leoni, Miguel Otero Silva, Jóvito Villalba y Rómulo Betancourt.
Recién graduado trabajó en el Zulia en la industria petrolera con la compañía Richmond Petroleum, pero por razones de salud regresó a Caracas. Realizó labor en la Escuela de Ingeniería de la Universidad Central de Venezuela donde llegó a ser Vicerrector. Permaneció allí hasta 1937 cuando fue nombrado Director de Obras Públicas Nacionales, cargo que le obligaba a hacer frecuentes visitas a los Andes.
En 1945 viajó a Mérida para asumir el Rectorado de la Universidad de Los Andes, nombrado por el Ministro de Educación, cargo que desempeñó hasta comienzos de 1949. Su administración se caracterizó por la tranquilidad universitaria; sin embargo en el país se vivía un clima de inestabilidad y agitación política que degeneraba en contiendas y enfrentamientos en las calles.
En 1948 es derrocado Rómulo Gallegos, quien había sido elegido Presidente en 1947 en elecciones libres y directas y se instala una Junta de Gobierno. En Mérida se produce una revuelta estudiantil y el Rector Loynaz pone su cargo a la orden de los militares que en Caracas habían tomado el control del gobierno. Después vendría el exilio.
Hasta 1945, año en que el Dr. Loynaz Páez inicia su gestión, la Universidad de Los Andes conservaba la orientación elitista tradicional. A sus actividades académicas solo tenían acceso, salvo excepciones, los sectores pudientes de la sociedad merideña. Las mayorías populares quedaban al margen de la enseñanza. En 1945 se dan los primeros cambios, los cuales incluyen las escuelas nocturnas para analfabetos. En este período la Universidad ejerce una función popular y social. En 1946 se crea la Dirección de Cultura Universitaria y su Director, Rafael Ángel Gallegos Ortiz, junto con el Dr. Luis Eduardo Arocha, presentan un proyecto para organizar una Universidad Popular que dependiera de la Universidad de Los Andes, el cual es aprobado.
Durante su gestión el Dr. Loynaz Páez decreta la creación de la Escuela de Ingeniería Forestal. También aprueba el reglamento de funcionamiento de la Facultad de Farmacia, Medicina y Odontología. Inicia la construcción de 8 laboratorios, nuevas aulas y gimnasio. Se aprueba también la construcción de las Residencias Estudiantiles con capacidad para 250 alumnos y de la Escuela de Ingeniería, para lo cual la Universidad funda el Departamento de Construcción.
Nombra una comisión para la construcción de casas para la Universidad y promueve la construcción del Hospital Clínico de Mérida. Realiza una serie de compras de terrenos que contribuirían a agrandar el patrimonio inmobiliario de la Institución.
Se crea el cargo de Director del Orfeón y Conjunto Universitario, designándose al Prof. Rafael Rivas quien ya venía trabajando en su organización. Se reglamenta el trabajo de los profesores a tiempo completo.
Meritoria fue la labor que realizó el Dr. Loynaz Páez al frente de nuestra máxima Casa de Estudios.
Murió en Caracas en 1993.
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*Ver: José María Aispurua; Solange Orta. “Universidad de Los Andes”. En Fundación Polar. Diccionario de Historia de Venezuela (2ª ed.). T.4, pp.127-131.
Carlos Chalbaud Zerpa. Compendio Histórico de la Universidad de Los Andes...; pp. 228-231.
Lourdes Luque M. “Rectores ULA. Período rectoral de Edgar Loynaz Páez (1945-1949)”. ULAuniversidad. Mérida, Universidad de Los Andes, diciembre 2002, Nº 19, p.5.
AHULA. Libro de Actas. Consejo Universitario, 1946-1949. Tomo 1.
· Y dónde y de qué manera le sorprenden los acontecimientos del 18 de octubre del 45?
· El gobernador del Estado era el doctor Luis Alberto Celis, persona muy vinculada a la sociedad merideña, especialmente a mí; fui en parte su médico. Un hijo suyo estudió medicina, se hizo traumatólogo, fue mi alumno durante mucho tiempo. Yo estaba en la clínica como a las 4 de la tarde, y estaba allí el doctor Antonio Parra León, quien me había ayudado como estudiante. Llegaban noticias de que en Caracas había un golpe y había tiros. Supimos que el único que le estaba haciendo frente a los alzados era el gobernador de Caracas. En esta circunstancia le pedí al doctor Parra León que fuésemos a hacerle compañía al doctor Celis. Me contestó el doctor Parra León: “Con estos no hay que temer ningún inconveniente, porque esos chancletuos adecos a quién van tumbar.” A la final decidió acompañarme. Cuando llegamos donde el gobernador encontramos mucha gente en su casa, quien vivía un poco más debajo de la Universidad. Nos recibió muy amablemente y estuvimos con él como unos tres cuarto de hora. Después cada uno cogió por su lado. Pero por la noche se supo que las cosas no era como las había pensado el doctor Parra y que el gobierno había caído. Como yo no he sido siempre esquivo a lo que es política para mí aquello me fue un tanto indiferente, porque además como la gente nueva no decía lo que iba a hacer ni lo que hizo después, yo seguí mi trabajo. Pero los años que siguieron sí hubo un desastre en Mérida. Creo que entonces vino de gobernador Alberto Carnevalli, persona conocida por mí y a quién aprecié mucho, y que fui su médico en alguna oportunidad. Después el doctor Parra León se hizo muy enemigo del doctor Carnevalli, y logró la Presidencia del Estado Mérida. Yo entonces tenía un cargo que dependía del Estado, que me habían rogado para que lo ejerciera, de la Policía y de la Cárcel; renuncié un día antes de que fuera nombrado Parra León. Él nombró para este cargo al doctor Mario Spinneti Berti; entonces el doctor Parra León se distanció un poco de mí; no solamente habíamos sido compañeros de profesión sino en la intimidad del ejercicio de nuestras funciones docentes. Pero él se ocupaba poco de es trabajo y yo tenía que ver con autorización de él casos suyos allá en el hospital. Yo no me entendí con él. Tuve muchas fricciones con él porque yo he sido muy amigo del orden y de la tradición, y darle a cada cual lo que se merece. He querido que Dios me ilumine para no equivocarme y hacer justicia. El rector de la Universidad era el doctor Edgar Loynaz Paéz, quien había sido muy amigo mío. Resulta que el doctor Parra León recomendaba al rector, siendo entonces gobernador, personas para ponerlos en cargos docentes, como pasó en Pediatría, estando escrito en la Ley de Universidades que el rector podía nombrar a proposición del decano. Siendo yo el decano de la Facultad de Medicina, no se podía nombrar a nadie que yo no hubiera propuesto. Entonces yo, no dejé dar clases a personas que se normaron mal nombradas. Le puse un candado a la puerta, y se acabó: No pueden dar clase aquí. El doctor Edgar Loynaz Paéz me llamó, y me dijo: ¿Qué pasa, doctor Mármol? Y le contesté: Usted no está cumpliendo la Ley y la Ley hay que cumplirla. Léase las atribuciones legales, el Número 8: Proponer al señor rector, el personal docente... quien lo nombrará en esa forma.

· ¿Cómo se explica el reacomodo del doctor Parra León con los adecos?
· Él era sí. Él me dijo a mí que había estudiado medicina porque el general Gómez lo había ayudado. El año 48 cuando cae el gobierno es hecho preso. Lo mandaron primero a Margarita como sitio de reclusión, le pusieron la ciudad por cárcel, y después no sé por qué razón, políticas o personales, lo expulsaron del país. No sé dónde estuvo durante todo ese tiempo. A mí dolió aquello porque aunque había peleado conmigo, no me había tratado bien, yo tenía mucho que agradecerle cuando yo había sido estudiante, y también él tenía mucho que agradecerme porque yo le había resuelto problemas que no eran intrínsecamente médicos, sino paramédicos dentro de su clínica.

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